lunes, 15 de marzo de 2010

La revista digital Hipersónica publicó el pasado 10 de marzo la siguiente reseña de P. Roberto J titulada El peso del pasado:

"La editorial Los Libros del Señor James se estrenó hace un par de meses con la edición de‘Noches de Tránsito’, una recopilación del cancionero de Mark Kozelek, líder de Red House Painters y después de Sun Kil Moon. En una espléndida traducción de Ezequiel Martínez Llorente, las letras que Kozelek ha ido escribiendo a lo largo de su carrera vuelven a demostrar su eficacia, su rara virtud de aunar tragedia cotidiana y pequeños placeres sin tremendismos y sin espacio para lo tópico.

Cuenta Kozelek, en el prólogo del libro, que tuvo que volverse a escuchar sus viejos discos y que “fue duro”:


“Mi voz aniñada, alta y aguda de entonces conseguía crisparme. A eso se unían unas cuantas frases melodramáticas y algún pareado y el conjunto me avergonzó, llegando a hacerme desear alguna vez que esa voz perteneciera a otra persona.”

Esa sensación es fácil de compartir. A poco desarrollada que uno tenga la autocrítica, cuesta mirar hacia atrás sin vergüenza. No tanto a la infancia, donde las cosas apenas tenían consecuencias y aún hoy no las tienen (ni siquiera los pantalones o los disfraces horribles que hacía mamá).

Pero cuando empezamos a entrar en el terreno de la adolescencia, a mirar aquellas fotos, leer aquellas cartas o hasta revisar nuestros grupos favoritos, es complicado no sentir una mezcla de nostalgia y bochorno. Las cosas que fuimos, vestimos, leímos o escribimos o las personas con las que estuvimos nos han hecho lo que somos, pero lo que éramos causa (algo de) sofoco.

No ocurre con todo. Por ejemplo, a día de hoy para mí es bastante sencillo volver a recurrir a ciertas canciones y discos con los que me críe. Otros han envejecido fatal (si queréis pongo ejemplos, pero cada uno tendrá los suyos), pero los de Red House Painters siguen desprendiendo magia. A principios de los 90, entre el arrebato existencial del grunge y los himnos ingleses, era difícil encajar discos como el de la Montaña Rusa o el de Ocean Beach. Y, sin embargo, era muy sencillo caer en sus canciones. Por eso se hace raro que Kozelek admita avergonzarse de sí mismo.

Admito que casi todo el inglés que he aprendido ha sido con la música, al menos hasta que Internet nos facilitó el acceso a todo tipo de revistas, medios y literatura anglosajona. Antes, cuando Amazon era una utopía y las horas muertas delante de un ordenador sólo se pasaban jugando, las letras de los discos que nos gustaban eran mejor que el Home English. Además, antes escuchábamos esos discos muchas más veces y acabábamos por aprendernos de pe a pa todo lo que decían, aunque no siempre los entendiésemos.

Por ejemplo, yo nunca acabé de comprender del todo ‘Grace Cathedral Park‘ o ‘Katy Song‘, pero lo que iba entendiendo a medida que pasaban las escuchas (y lo que el Collins creía darme a entender) siempre me decía cosas nuevas sobre mí. Aún hoy lo hace, porque uno nunca deja de estar “atrapado en el recuerdo de momentos perdidos de la juventud”.

‘Noches de Tránsito’ es un poemario fascinante sobre cada una de las cosas que vuelven, sobre el miedo a lo que pasará mañana, sobre los amigos que perdemos (por culpa suya o nuestra, pero culpa al fin y al cabo) y sobre los que seguimos manteniendo. Sobre el amor también. Vale, sobre todo eso que se ha cantado mil veces y se seguirá cantando otras mil más, pero que en manos de ciertos compositores cobrará vida como si fuera la primera vez que te lo dijeran.

Al libro le acompañan dos regalos: por un lado, el CD Find Me, Ruben Olivares, recopilación de varias actuaciones de Kozelek en España, que captura toda la desnudez con la que ahora toca su cancionero y lo bien que se maneja él solo con su guitarra. Por otro, los dos jugosos prólogos, con todo tipo de detalles sobre cómo compuso las canciones y para quién. Si aún quedaban zonas oscuras sobre qué significaba tal o cual canción, el propio Kozelek las ilumina. Debe de ser que la vergüenza de mirar a su pasado le vuelve hablador.

Allí, por fin, Kozelek admite que una de sus frases más famosas (“Things mean a lot at the time, don’t mean nothing later”) estaba equivocada. No hacía falta que lo dijera: el propio y muy recomendable libro ‘Noches de Tránsito’ demuestra que, aunque hayamos cambiado, todo aquello que significó mucho sigue teniendo peso".


martes, 9 de marzo de 2010

Reseña en el número 46 de la Revista Calle 20 dentro de la sección de Lecturas que realiza la escritora Elena Medel:

"Las letras para cantar, ¿se apellidan
literatura? Eclipsados inaugura Los Libros
del Sr. James, su colección de literatura
extranjera, con la particular duermevela del
líder de Sun Kil Moon: a la casi felicidad
por el existencialismo. Canciones-poema
en una mimada edición bilingüe,
acompañada por un CD con algunos de
sus directos españoles, y que nos plantean
para qué la duda si textos como Señor,
elimina el dolor trascienden nuestro iPod."